Seguro que has oído la expresión Ni-Ni muchas veces y aunque
no te gusta reconocerlo, tu hijo/a podría entrar dentro de esa categoría. Ni estudia, ni trabaja y posiblemente no
tenga ni ganas de hacer ninguna de las dos cosas. A él, no parece
preocuparle mucho, pero en cambio a ti no te deja dormir, el pensar: qué será
de su vida dentro de unos años, no tendrá ni oficio ni beneficio, cómo se
mantendrá y si no tuviera a sus padres?
Has intentado hablar con él o ella, muchas veces, pero al
final siempre acabáis discutiendo y de mal humor. Ya no sabes qué hacer ni qué
decir para que comprenda que no puede seguir así, que esa no es la forma
correcta de afrontar la vida (o eso es lo que a ti te han enseñado desde
pequeña) entonces, ¿qué hacer?
Debo reconocer que no soy especialista en niños/adolescentes,
pero como madre de dos hijas (32 y 29 años) y como coach (entrenadora de
habilidades y capacidades en las personas)
si estoy especializada en relaciones de todo tipo y en cómo gestionarlas,
por tanto me gustaría darte una serie de pautas que pueden ayudarte en la forma
de comunicarte con tus hijos sean o no, Ni-Nis.
1. Aprende a escuchar antes de hablar. Busca un momento en que ambos estéis tranquilos y relajados
e interésate por su vida: Cuáles son tus objetivos para el futuro, cómo te ves
dentro de cinco años, qué te gustaría conseguir en tu vida personal y en la
profesional, etc. Y una vez realizada la pregunta, escucha, escucha y escucha.
Asiente, haz preguntas que demuestren tu interés por lo que te está contando,
pero no des tu opinión, ni critiques, simplemente escucha.
2. Una vez hayas escuchado y tomado nota
de los objetivos y metas de tu hijo, (estés o no estés de acuerdo con ellas)
puedes preguntarle qué cree que
necesitará para conseguir sus sueños (dinero, estudios, ayuda de alguien,
esfuerzo, etc.) puedes ir tomando nota mental de todo lo que te diga para
utilizarlo en la fase-3. De momento tu solo asiente y sigue sin criticar ni dar
tu opinión. Puedes hacer preguntas que denoten tu interés por lo que está
contando, pero nada más.
3. En esta fase y según sus respuestas
es cuando debes hacer preguntas más concretas. Y antes de seguir, si, ya sé que
a todos nos gustaría que nuestros hijos fueran abogados, médicos o arquitectos,
pero está claro que todos no lo serán, primero porque no todos sirven para eso
y porque no a todos les hace feliz estudiar. Hay personas que les tira el arte,
otras los trabajos manuales, a otras diseñar o inventar. Y al final si somos
sinceros, si lo único que nos preocupa
es que pueda ganarse la vida con su trabajo, personalmente conozco mucha
gente que sin tener una carrera, ganan muchísimo dinero con su trabajo y además
son felices con él.
4. Una vez hayas descubierto cuáles son
los sueños y metas de tu hijo, y qué cree él que necesita es cuando debes
hablar tú. Pero no para darle consejos
ni decirle lo que tu harías, sino para ofrecerle tu apoyo y decirle que si
necesita otra visión y más recursos para conseguir su objetivo, tu estarás ahí
para ofrecérselas o ayudarle a que las consiga. Por ejemplo: Si necesita
realizar un curso para conseguir su título de mecánico, peluquera, estética,
etc. y no tiene dinero para realizarlo, es el momento de comentarle, que si tu
tuvieras dinero, se lo dejarías para que realizara su sueño, pero como no
tienes, podría trabajar en algo, durante unos meses para conseguir lo que
necesita o parte de él, y lo que le falte, se lo prestarás tú. O ayudarle a
averiguar qué es lo que se necesita para conseguir trabajar de diseñador de
moda, o de fisioterapeuta, estudios, dinero, etc.
5. En el momento que tu hijo/a se dé cuenta de que realmente te interesas
por él, pero no de la forma que lo has hecho hasta ahora, criticando todo
lo que hace o no hace. Criticando todo lo que dice y dando consejos que nadie
te ha pedido, sino ayudándole a conseguir su sueño, sin críticas, sin
comentarios hirientes, sin consejos, él se irá acercando a ti de nuevo, y no le
dará miedo hacerte preguntas, porque no se sentirá criticado ni menospreciado
sino que te verá como alguien que realmente se interesa por él y donde puede
acudir cuando lo necesite.
En realidad todas las personas queremos lo mismo, que nos quieran, que no nos
critiquen, que nos traten con respeto, que nos escuchen, y que nuestra opinión
sea valorada como la de cualquier otro. Y en el caso de nuestros hijos más,
ya que para ellos somos su referente, y no les gustaría defraudarnos, por tanto
cuando les criticamos, aconsejamos y dejamos de respetarlos con nuestros
gritos, por hacerlos callar, etc. lo que perciben es que su opinión no nos
importa, que todo lo que hacen está mal, que sus sueños son tonterías y no son
importantes, que no saben hacer nada, y en definitiva que nos han defraudado,
su autoestima se queda por los suelos y los hundimos en la miseria, y para
muchos de ellos será casi imposible salir de ella.
Por tanto, por qué esforzarse en trabajar si nunca llegaremos al nivel que quieren
mis padres. Por qué estudiar si ya me han dicho que soy tonto y que nunca
serviré para nada……al final opta por la opción más sencilla, no hago nada y
total me criticarán igual….
Y si, lo has entendido bien, la mayor
parte de culpa es de los padres, porque queremos que sean lo que nosotros querríamos
que fueran, médicos, abogados, arquitectos, no nos importa lo que quiera el, ni
qué capacidades y habilidades tiene, eso da igual, si no hace, estudia o
trabaja para lo que yo había pensado, es un inútil.
Si al empezar el artículo pensabas
que el problema lo tenía tu hijo, espero que ahora te hayas dado cuenta de que
parte del problema es compartido con vosotros (padres), ya que ha hecho que a tu
hijo no le apetezca ni estudiar ni trabajar, por tanto ponte manos a la obra para solucionar tu relación ya.
Te deseo mucha suerte, aunque estoy
segura que si trabajas estos cinco puntos muy pronto veras cambios positivos en
vuestra relación y si necesitas una ayuda extra, ya sabes dónde estoy.
¡Agradezco tus comentarios!